miércoles, 26 de octubre de 2011

del libro: cotidiano desencantamiento. 2010

Blanqueé dos senos suicidas
injuriando en su laguna espesa
sorbiendo olas joviales
me incliné en una canción
de viento y bruma.

Perder como se pierde la memoria
el registro del umbral perceptivo
sólo una huella como un código de cama
quedó manchado:

figura de semen y pintura de labios.


La grieta de los muslos
abren la llave
el mecanismo que divide el metal
un lenguaje sutil
que me deja entrar
escondiendo mi corazón periférico
para entrar comiendo
las grietas de su cuerpo
hacia la caverna silenciosa
del bosque partido
que da nacimiento a lo que brota.

Sabor maduro de lo interno
genital y meditación.


La polución de su vagina
empapó mi rodilla fecunda
dilatando el último recuerdo lascivo
que guardé bajo mi cama.

Los hombres no saben amar
se ocultan en proclamas absurdas.

Pero la polución de tus ojos
empapó las sabanas
difamando perspicaz dos siluetas
arropadas una contra la otra:

nudo que se deshace cuando amanece.



Las mañanas, las noches
incierta marea
Tal vez recordaremos
en el momento menos indicado
luces que penetraban
el sacudimiento de los colores.

El tiempo parecía agónico
el devenir obtuso
mucho ruido
noches que se ahogaban
como los gritos por la mañana.

Que se rompa la palabra
que el recuerdo quede intacto
que la cabeza se ponga fría
el día de los encuentros.


Recuerdo amamantar y ser amamantado
por la noche
escuchando sus consignas locas.

No sentir esa sed
que guarda mi claustrofobia
dentro de su cuerpo.

Hundirme en la oscuridad
tibia de las entrañas
y semejarme a un embrión
dependiente.

Seguir la costura del horizonte
leyendo libros
con dolor de parto
no hay anestesia
para tanta poesía
sólo perros ocultos
en las esquinas que habito.


Acurrucado
el fenómeno es tibio
Voy persiguiendo los símbolos
anestesiando las noches en el reloj
a dos copas.

Me acurruco
presagiando lo táctil
lento y a veces el mar
que recoge sus olas robustas
para desencadenar
el feroz oleaje de un indicio
en su líquido interminable
de la cama que deberé abandonar
al despertar.


Aparece su rostro
en un collage de piel
dentro, fuera
tibio y violento
Paso el tiempo
escribiendo con la lengua
en la sutura vertical
que parece despedirse
de su forma de origen.


Se eclipsa el registro
en el poro, en la figura
donde su cuerpo respira
hierve, se agita
servil y alcohólica
rodeando mi cráneo
con su entrepierna
parece decir
“habítame a tiempo”
justo cuando el tatuaje
que decora su espalda
me guiña un ojo.


Enredado y fanático
Por imágenes exteriores
voy decorando vehemente
el traje de un animal enrarecido
en noches jubilosas.

Penetro la mente
con el recuerdo
manejo las ordenes
a mi antojo.

De vez en cuando
sacudo las aves
de mis árboles.


Alguien me grita
adentro
advirtiendo
Desanclo del estómago
la rabia
pelota de fibra iracunda
atorada.

Desanclo del buche
penas
formando mujer amorfa
y críos lejanos.

Desanclo del vientre
decepción
sólo sale de adentro
un espejo que grita.


De hablar sencillo
caligrafía apocalíptica
va raspando la superficie
para llevarse un recuerdo
Pellejo
Piel de conejo
Fibra de espalda
Si abre bien la boca
se puede ver
como llaman desde adentro
sus últimas victimas.


Ante la distancia
Prescindir de lo vital
(fragancias, porosidades,
humedad)
imaginar el paisaje
abrirle el estómago
meterse dentro
con la palabra florecida
intacta
Suponerse en un zoológico
Alimentar a las criaturas.

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